3° DÍA DE NOVENA.
DÍA 18 DE DICIEMBRE.
LOS HIJOS, REGALO DE DIOS Y TAREA DE TODA LA VIDA.
LECTURA BIBLICA:
Lectura
del santo evangelio según san Lucas
(Lc 2,6-7).
Mientras estaban en Belén le llegó a María el
tiempo del parto,
y dio a luz a su
hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no
había sitio para ellos en la posada.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN. LOS HIJOS, REGALO DE DIOS Y TAREA DE TODA LA
VIDA.
En
el salmo 128 “aparecen, dentro de la casa
donde el hombre y su esposa están sentados a la mesa, los hijos que los
acompañan «como brotes de olivo» (v3), es decir, llenos de energía y de
vitalidad. Si los padres son como los fundamentos de la casa, los hijos son
como las «piedras vivas» de la familia (cf. 1 P 2,5)” (AL 14).
Los
hijos son regalo de Dios para el matrimonio. Cada uno con su peculiaridad y
unicidad son acogidos y amados por sus padres. Así lo expresa el Papa Francisco
en su catequesis:
“Los hijos son la alegría de la familia y de la sociedad. No son
un problema de biología reproductiva, ni uno de los tantos modos de realizarse.
Y mucho menos son una posesión de los padres… No. Los hijos son un don, son un
regalo, ¿habéis entendido? Los hijos son un don. Cada uno es único e
irrepetible y, al mismo tiempo, está inconfundiblemente unido a sus raíces… Se
ama a un hijo porque es hijo, no porque es hermoso o porque es de una o de otra
manera; no, porque es hijo. No porque piensa como yo o encarna mis deseos. Un
hijo es un hijo: una vida engendrada por nosotros, pero destinada a él, a su
bien, al bien de la familia, de la sociedad, de toda la humanidad”.
Jesús
es el Hijo único del Padre y junto a José y María nos muestran como un hijo ha
de ser amado, sentirse amado, vivirse siempre amado.
Un
hijo es amado desde antes de nacer (cf. Jer 1,5), es acogido y esperado con
amor. Al nacer e ir creciendo se va sintiendo amado: al verse cuidado, atendido,
tratado con cariño y preocupación, educado y corregido con amor para vivir en
el bien. Y en ese amor experimentado su corazón se abre a descubrir el Amor de
Dios. El amor vivido en el hogar es el reflejo del inmenso amor que Dios, Padre
nuestro, nos tiene.
El
hijo amado aprende a corresponder también a tanto amor en el respeto y honor
que da a sus padres, en la corresponsabilidad del hogar al ayudar en las
pequeñas tareas del hogar donde aprende a servir por amor, cuando comparten los
sacrificios, las luchas y alegrías de la vida.
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