Misionero Sacerdote Verbum Dei

NOVENA DE NAVIDAD 2020

Para vivir la Navidad en familia.

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TALLER DE ORACIÓN

Aprende a orar con la Palabra de Dios con estos 8 temas.

POEMA: PIROMANO DE TU AMOR

Enciende tu fuego en mi interior.

PARA TRABAJAR LA EVANGELII GAUDIUM

Preguntas y dinámicas de reflexión para interiorizar y compartir en comunidad.

jueves, 18 de febrero de 2021

CONVIERTETE !!! Cuaresma 2021

 CONVIERTETE !!!

Cuaresma 2021



domingo, 24 de enero de 2021

SOMOS DISCÍPULOS MISIONEROS DE JESÚS

 SOMOS DISCÍPULOS MISIONEROS DE JESÚS

Homilía en el Domingo de la Palabra de Dios. III Domingo TOB. 2021 Mc 1,14-20. "Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres"



viernes, 1 de enero de 2021

AÑO NUEVO 2021 - DE LA MANO DE MAMÁ MARÍA

 FELIZ AÑO NUEVO 2021 

Iniciemos este año de la mano de nuestra Madre en la fe: la Virgen María. 




martes, 29 de diciembre de 2020

FIN DE AÑO 2020 ILUMINADOS POR LA PALABRA DE DIOS

 FIN DE AÑO 2020 ILUMINADOS POR LA PALABRA DE DIOS

Estamos por finalizar el año 2020, y en la tele y periódicos todo es resúmenes del año, lo vivido el 2020, lo que nos dejó el 2020… 

Dejemos que Dios con su Palabra nos de su mirada de lo vivido este año.



sábado, 26 de diciembre de 2020

FELIZ NAVIDAD 2020


 

jueves, 24 de diciembre de 2020

9º DÍA DE NOVENA.

 


9º DÍA DE NOVENA

DÍA 24 DE DICIEMBRE

SE HIZO NIÑO EN UNA FAMILIA

LECTURA BIBLICA:

Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 1, 18-25).

El nacimiento de Jesús, el Mesías, fue así: su madre María estaba prometida a José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por la acción del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió separarse de ella en secreto.

Después de tomar esta decisión, el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: –José, hijo de David, no temas aceptar a María como tu esposa, pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo.

Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había anunciado el Señor por el profeta: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán por nombre Emmanuel (que significa: Dios con nosotros).

Cuando José se despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado: recibió a su esposa y, sin tener relaciones conyugales, ella dio a luz un hijo, al que José puso por nombre Jesús.

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN.  SE HIZO NIÑO EN UNA FAMILIA.

Hoy es Nochebuena y todos celebramos el gran acontecimiento de nuestra fe: El Hijo de Dios se hace un niño por amor a nosotros y para salvarnos del pecado y la muerte eterna. Y se hace niño en una Familia.

«La Encarnación del Hijo de Dios abre un nuevo inicio en la historia universal del hombre y la mujer. Y este nuevo inicio tiene lugar en el seno de una familia, en Nazaret. Jesús nació en una familia. Él podía llegar de manera espectacular, o como un guerrero, un emperador… No, no: viene como un hijo de familia. Esto es importante: contemplar en el belén esta escena tan hermosa.

Dios eligió nacer en una familia humana, que Él mismo formó. La formó en un poblado perdido de la periferia del Imperio Romano. No en Roma, que era la capital del Imperio, no en una gran ciudad, sino en una periferia casi invisible, casi más bien con mala fama. Lo recuerdan también los Evangelios, casi como un modo de decir: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» (Jn 1, 46). Tal vez, en muchas partes del mundo, nosotros mismos aún hablamos así, cuando oímos el nombre de algún sitio periférico de una gran ciudad. Sin embargo, precisamente allí, en esa periferia del gran Imperio, se inició la historia más santa y más buena, la de Jesús entre los hombres. Y allí se encontraba esta familia.

Jesús permaneció en esa periferia durante treinta años. El evangelista Lucas resume este período así: Jesús «estaba sujeto a ellos» [es decir a María y a José]. Y uno podría decir: «Pero este Dios que viene a salvarnos, ¿perdió treinta años allí, en esa periferia de mala fama?». ¡Perdió treinta años! Él quiso esto. El camino de Jesús estaba en esa familia. «Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (2, 51-52). No se habla de milagros o curaciones, de predicaciones —no hizo nada de ello en ese período—, de multitudes que acudían a Él. En Nazaret todo parece suceder “normalmente”, según las costumbres de una piadosa y trabajadora familia israelita: se trabajaba, la mamá cocinaba, hacía todas las cosas de la casa, planchaba las camisas… todas las cosas de mamá. El papá, carpintero, trabajaba, enseñaba al hijo a trabajar. Treinta años. «¡Pero qué desperdicio, padre!». Los caminos de Dios son misteriosos. Lo que allí era importante era la familia. Y eso no era un desperdicio. Eran grandes santos: María, la mujer más santa, inmaculada, y José, el hombre más justo… La familia.

Cada familia cristiana —como hicieron María y José—, ante todo, puede acoger a Jesús, escucharlo, hablar con Él, custodiarlo, protegerlo, crecer con Él; y así mejorar el mundo. Hagamos espacio al Señor en nuestro corazón y en nuestras jornadas. Así hicieron también María y José, y no fue fácil: ¡cuántas dificultades tuvieron que superar! No era una familia artificial, no era una familia irreal. La familia de Nazaret nos compromete a redescubrir la vocación y la misión de la familia, de cada familia. Y, como sucedió en esos treinta años en Nazaret, así puede suceder también para nosotros: convertir en algo normal el amor y no el odio, convertir en algo común la ayuda mutua, no la indiferencia o la enemistad. No es una casualidad, entonces, que “Nazaret” signifique “Aquella que custodia”, como María, que —dice el Evangelio— «conservaba todas estas cosas en su corazón» (cf. Lc 2, 19.51). Desde entonces, cada vez que hay una familia que custodia este misterio, incluso en la periferia del mundo, se realiza el misterio del Hijo de Dios, el misterio de Jesús que viene a salvarnos, que viene para salvar al mundo. Y esta es la gran misión de la familia: dejar sitio a Jesús que viene, acoger a Jesús en la familia, en la persona de los hijos, del marido, de la esposa, de los abuelos… Jesús está allí. Acogerlo allí, para que crezca espiritualmente en esa familia. Que el Señor nos dé esta gracia» (Papa Francisco. Catequesis 17/12/2014).


martes, 22 de diciembre de 2020

8º DÍA DE NOVENA.


8º DÍA DE NOVENA

DÍA 23 DE DICIEMBRE

HOGAR QUE ILUMINA AL MUNDO

LECTURA BIBLICA:

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 2,10-11).

Los sabios de oriente, al ver la estrella, se llenaron de una inmensa alegría.

Entraron en la casa, vieron al niño con su madre María y lo adoraron postrados en tierra. Abrieron sus cofres y le ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra.

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN.  HOGAR QUE ILUMINA AL MUNDO.

«El anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una buena noticia», nos recuerda el Papa Francisco. Una buena noticia para el mundo de hoy, especialmente para tantos jóvenes en los cuales “el deseo de familia permanece vivo” (cf. AL 1).

“La familia tiene la misión de ser cada vez más lo que es, es decir, comunidad de vida y amor… Por esto la familia recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor por la Iglesia su esposa” (FC 17).

La familia que vive su identidad cristiana ilumina al mundo. Ella misma, iluminada por la palabra de Dios, el amor vivido en el hogar y la Gracia de Dios derramada en cada uno de ellos; se vuelve ejemplo vivo y familia misionera, para tantas familias que añoran calor de hogar.

Como escribía Jaime Bonet, fundador del Verbum Dei:

«Sé que con el Evangelio penetrará la luz del día en muchos hogares, convertidos hoy en noches de luto.

Sería la redención plena y radical de la primera célula vital de la humanidad, el matrimonio cristiano.

Con la aplicación de vida de la virtud del Evangelio, muchos esposos sentirían renacer su amor, paz y alegría entre sus muros.

Recrearían sus corazones y semblantes, donde sus hijos pudieran descubrir más autenticidad, con un futuro menos incierto y más prometedor.

Como "nuevos brotes de olivo en torno a su mesa serían sus hijos" y "rebosarían sus corazones de más alegría, que cuando abundan el trigo y el mosto". 

La panorámica sin límites de su existencia gozosa, proyectada por el Evangelio, se extendería a generaciones como las estrellas del cielo y las arenas del mar.

El mundo sería un mundo limpio y puro, y el cosmos sería bello, hermoso, porque Dios lo creó y lo "vio bueno" y el Evangelio lo hace renacer, "lo reconstruye, reedifica y replanta"». 

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