CONVIERTETE !!!
Cuaresma 2021
Para vivir la Navidad en familia.
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Aprende a orar con la Palabra de Dios con estos 8 temas.
Enciende tu fuego en mi interior.
Preguntas y dinámicas de reflexión para interiorizar y compartir en comunidad.
SOMOS DISCÍPULOS MISIONEROS DE JESÚS
Homilía en el Domingo de la Palabra de Dios. III Domingo TOB. 2021 Mc 1,14-20. "Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres"
FELIZ AÑO NUEVO 2021
Iniciemos este año de la mano de nuestra Madre en la fe: la Virgen María.
FIN DE AÑO 2020 ILUMINADOS POR LA PALABRA DE DIOS
Estamos por finalizar el año 2020, y en la tele y periódicos todo es resúmenes del año, lo vivido el 2020, lo que nos dejó el 2020…
Dejemos que Dios con su Palabra nos de su mirada de lo vivido este año.
DÍA 24 DE DICIEMBRE
SE HIZO NIÑO EN UNA FAMILIA
LECTURA BIBLICA:
Lectura
del santo Evangelio según San Mateo
(Mt 1, 18-25).
El nacimiento de
Jesús, el Mesías, fue así: su madre María estaba prometida a José y, antes de
vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por la acción del Espíritu Santo.
José, su esposo,
que era justo y no quería denunciarla, decidió separarse de ella en secreto.
Después de tomar
esta decisión, el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: –José,
hijo de David, no temas aceptar a María como tu esposa, pues el hijo que espera
viene del Espíritu Santo.
Dará a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los
pecados.
Todo esto sucedió
para que se cumpliera lo que había anunciado el Señor por el profeta: La virgen
concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán por nombre Emmanuel (que
significa: Dios con nosotros).
Cuando José se
despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado: recibió a
su esposa y, sin tener relaciones conyugales, ella dio a luz un hijo, al que
José puso por nombre Jesús.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN. SE HIZO NIÑO EN UNA FAMILIA.
Hoy es Nochebuena
y todos celebramos el gran acontecimiento de nuestra fe: El Hijo de Dios se
hace un niño por amor a nosotros y para salvarnos del pecado y la muerte
eterna. Y se hace niño en una Familia.
«La Encarnación del Hijo de Dios abre un nuevo inicio en la
historia universal del hombre y la mujer. Y este nuevo inicio tiene lugar en el
seno de una familia, en Nazaret. Jesús nació en una familia. Él podía llegar de
manera espectacular, o como un guerrero, un emperador… No, no: viene como un
hijo de familia. Esto es importante: contemplar en el belén esta escena tan
hermosa.
Dios eligió nacer en una familia humana, que Él mismo formó. La
formó en un poblado perdido de la periferia del Imperio Romano. No en Roma, que
era la capital del Imperio, no en una gran ciudad, sino en una periferia casi
invisible, casi más bien con mala fama. Lo recuerdan también los Evangelios,
casi como un modo de decir: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» (Jn 1, 46).
Tal vez, en muchas partes del mundo, nosotros mismos aún hablamos así, cuando
oímos el nombre de algún sitio periférico de una gran ciudad. Sin embargo,
precisamente allí, en esa periferia del gran Imperio, se inició la historia más
santa y más buena, la de Jesús entre los hombres. Y allí se encontraba esta
familia.
Jesús permaneció en esa periferia durante treinta años. El
evangelista Lucas resume este período así: Jesús «estaba sujeto a ellos» [es
decir a María y a José]. Y uno podría decir: «Pero este Dios que viene a
salvarnos, ¿perdió treinta años allí, en esa periferia de mala fama?». ¡Perdió
treinta años! Él quiso esto. El camino de Jesús estaba en esa familia. «Su
madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría,
en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (2, 51-52). No se habla
de milagros o curaciones, de predicaciones —no hizo nada de ello en ese
período—, de multitudes que acudían a Él. En Nazaret todo parece suceder
“normalmente”, según las costumbres de una piadosa y trabajadora familia
israelita: se trabajaba, la mamá cocinaba, hacía todas las cosas de la casa,
planchaba las camisas… todas las cosas de mamá. El papá, carpintero, trabajaba,
enseñaba al hijo a trabajar. Treinta años. «¡Pero qué desperdicio, padre!». Los
caminos de Dios son misteriosos. Lo que allí era importante era la familia. Y
eso no era un desperdicio. Eran grandes santos: María, la mujer más santa,
inmaculada, y José, el hombre más justo… La familia.
Cada familia cristiana —como hicieron María y José—, ante todo,
puede acoger a Jesús, escucharlo, hablar con Él, custodiarlo, protegerlo,
crecer con Él; y así mejorar el mundo. Hagamos espacio al Señor en nuestro
corazón y en nuestras jornadas. Así hicieron también María y José, y no fue
fácil: ¡cuántas dificultades tuvieron que superar! No era una familia
artificial, no era una familia irreal. La familia de Nazaret nos compromete a
redescubrir la vocación y la misión de la familia, de cada familia. Y, como
sucedió en esos treinta años en Nazaret, así puede suceder también para
nosotros: convertir en algo normal el amor y no el odio, convertir en algo
común la ayuda mutua, no la indiferencia o la enemistad. No es una casualidad,
entonces, que “Nazaret” signifique “Aquella que custodia”, como María, que
—dice el Evangelio— «conservaba todas estas cosas en su corazón» (cf. Lc 2,
19.51). Desde entonces, cada vez que hay una familia que custodia este
misterio, incluso en la periferia del mundo, se realiza el misterio del Hijo de
Dios, el misterio de Jesús que viene a salvarnos, que viene para salvar al
mundo. Y esta es la gran misión de la familia: dejar sitio a Jesús que viene,
acoger a Jesús en la familia, en la persona de los hijos, del marido, de la
esposa, de los abuelos… Jesús está allí. Acogerlo allí, para que crezca
espiritualmente en esa familia. Que el Señor nos dé esta gracia» (Papa Francisco. Catequesis 17/12/2014).
DÍA 23 DE DICIEMBRE
HOGAR QUE ILUMINA AL MUNDO
LECTURA BIBLICA:
Lectura
del santo evangelio según san Mateo
(Mt 2,10-11).
Los sabios de
oriente, al ver la estrella, se llenaron de una inmensa alegría.
Entraron en la
casa, vieron al niño con su madre María y lo adoraron postrados en tierra.
Abrieron sus cofres y le ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN. HOGAR QUE ILUMINA AL MUNDO.
«El anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una
buena noticia», nos recuerda el Papa Francisco. Una buena noticia para el mundo
de hoy, especialmente para tantos jóvenes en los cuales “el deseo de familia
permanece vivo” (cf. AL 1).
“La familia tiene la misión de ser cada vez más lo que es, es
decir, comunidad de vida y amor… Por esto la familia recibe la misión de
custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real
del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor por la Iglesia su
esposa” (FC 17).
La familia que
vive su identidad cristiana ilumina al mundo. Ella misma, iluminada por la
palabra de Dios, el amor vivido en el hogar y la Gracia de Dios derramada en
cada uno de ellos; se vuelve ejemplo vivo y familia misionera, para tantas
familias que añoran calor de hogar.
Como escribía
Jaime Bonet, fundador del Verbum Dei:
«Sé que con el Evangelio penetrará la luz del día en muchos
hogares, convertidos hoy en noches de luto.
Sería la redención plena y radical de la primera célula vital de
la humanidad, el matrimonio cristiano.
Con la aplicación de vida de la virtud del Evangelio, muchos
esposos sentirían renacer su amor, paz y alegría entre sus muros.
Recrearían sus corazones y semblantes, donde sus hijos pudieran
descubrir más autenticidad, con un futuro menos incierto y más prometedor.
Como "nuevos brotes de olivo en torno a su mesa serían sus
hijos" y "rebosarían sus corazones de más alegría, que cuando abundan
el trigo y el mosto".
La panorámica sin límites de su existencia gozosa, proyectada por
el Evangelio, se extendería a generaciones como las estrellas del cielo y las
arenas del mar.
El mundo sería un mundo limpio y puro, y el cosmos sería bello,
hermoso, porque Dios lo creó y lo "vio bueno" y el Evangelio lo hace
renacer, "lo reconstruye, reedifica y replanta"».
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