(Mt 2,10-11)
Dios había prometido
un Salvador, y generación tras generación se mantuvo la espera, hasta que
llegado el tiempo el Hijo, se encarnó, se hizo hombre “y habitó entre nosotros”
(Jn 1,14).
Celebrar la Navidad es celebrar la Natividad, es
decir el nacimiento de Jesús nuestro Salvador. Es la gran fiesta de Su
cumpleaños y esa es nuestra alegría. Cada cumpleaños el que celebra recibe
regalos de sus familiares y amigos. ¿Y en la Navidad? A Jesús, que es la razón
de la celebración, ¿qué regalo has pensado darle en esta Navidad?
Pero alguno puede pensar:
¿Cómo le voy a regalar algo a Jesús si no lo veo? Jesús mismo te responde: “Les
aseguro que lo que hayan hecho a uno solo de éstos mis hermanos menores, me lo
hicieron a mi” (Mt 25,40). “Me ves en tu prójimo, en los más pequeños, en los
pobres y necesitados”.
Los reyes magos “entraron
en la casa, vieron al niño con su madre, María, y postrándose lo adoraron;
abrieron sus tesoros y le ofrecieron como regalos: oro, incienso y mirra” (Mt
2,10-11). Te dieron, Jesús, lo mejor que tenían. ¡Cuánto razón tenían nuestros
mayores cuando decían “lo mejor para Dios”!; y así lo hacían, no te daban lo
que les sobraba y menos lo que nadie quería.
Sé generoso con tu
Dios en esta navidad por puro amor, por la alegría de su nacimiento y abramos
los ojos a reconocerlo en cada hermano; que “nuestras
manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor
de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad”- dice el Papa Francisco.
Él mismo en este
Jubileo de la Misericordia nos recuerda como Jesús nos presenta para
reflexionar y vivir las obras de misericordia corporales y espirituales, “para que podamos darnos cuenta si vivimos o
no como discípulos suyos… No podemos escapar a las palabras del Señor y en base
a ellas seremos juzgados: si dimos de comer al hambriento y de beber al
sediento. Si acogimos al extranjero y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo
para acompañar al que estaba enfermo o prisionero (cfr Mt 25,31-45). Igualmente se nos preguntará si ayudamos a superar
la duda, que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad; si
fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de personas,
sobre todo los niños privados de la ayuda necesaria para ser rescatados de la
pobreza; si fuimos capaces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido; si
perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos cualquier forma de rencor o de odio
que conduce a la violencia; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios
que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en la
oración nuestros hermanos y hermanas. En cada uno de estos “más pequeños” está
presente Cristo mismo. Su carne se hace
de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en
fuga...; para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con
cuidado”.
Éstos son los
regalos que a Jesús le gustará recibir en esta Navidad, tú ¿cuál le ofrecerás?
P. Venancio, fmvd.
0 comentarios:
Publicar un comentario