Misionero Sacerdote Verbum Dei

martes, 11 de febrero de 2014

TODO SEA POR EL AMOR Y LA AMISTAD

TE QUIERO... ES PARA TI... LEELO
     ¡Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos!
     En mi relación con Dios he descubierto que cada día podemos morir y volver a vivir por nuestros amigos. Aquellas personas que en un momento dado de nuestra vida elegimos. Echemos un vistazo atrás de nuestras vidas y empecemos a recordar, desde cuándo, cómo y dónde fuimos escogiendo a nuestros amigos: aquellos que están locos, aquellos que a veces fallan, aquellos que también traicionan, aquellos que simplemente por tenerlos allí ya somos felices…
     Si bien es cierto en este recordar vamos a descubrir que dentro de nuestros amigos tenemos de todos los tipos; así como dentro de los doce amigos que Jesús escogió en su época. Aquel que le traicionó, aquel que le negó, aquel que tuvo miedo de defenderle, aquel que le hizo promesas las cuales no cumplió, pero tuvo al amigo aquel que le admiró, que nunca lo abandonó, que cumplió su palabra, que fue por el mundo haciendo lo que simplemente un AMIGO le pidió que haga, ciego de amor, ciego de FE, CIEGO DE AMISTAD, como lo dice en Juan 15,15: “No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo, a vosotros los he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre, os lo he dado a conocer”.
     Entonces ¿qué significa para cada uno de nosotros, dar la vida por nuestros amigos?
No solo son esos doce de aquella época, debemos de estar contentos, porque ahora SOMOS MÁS los amigos de Jesús, ¿y por qué? Pues, porque...somos como sus apóstoles. A veces le traicionamos, con nuestro pecado y acciones, a veces negamos ser sus amigos, no es simplemente decir no..., a veces las acciones hablan por sí solas. Recordemos cuántas veces nos ha dado pena aceptar ante nuestros círculos que rezamos el rosario, que vamos a misa, que a veces leemos la Biblia...
     ENTONCES les invito a pensar ¿Por qué Dios se fijo en mi, y me hizo su amigo?
Porque es un hecho que me escogió a mí, no yo a Él (cf. Juan 15,16). Nos escogió y nos dio un destino, una tarea no muy fácil. Una tarea de ser amigos de nosotros mismos y de los demás, amigos de la iglesia, amigos de nuestras familias, amigos de la amistad, amigos de nuestros supuestos enemigos.., para Dios no hay enemigos -para entender esto miremos Juan 15,16-.
    Todos somos dignos de la amistad de Dios, todos tenemos esa gracia. Eso quedo demostrado con todo lo diferente que fueron los doce que el escogió.
    Recordemos que Jesucristo amó a sus discípulos con sus luces y sombras, y nosotros somos también sus amigos y nos ama igual.
    Todo sea por EL AMOR Y LA AMISTAD CON JESÚS.
Pilar Trejo
Ecuatoriana, estudiante universitaria y discípula Verbum Dei en Moscú, Rusia. 
10 febrero 2014

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